La efímera fama, la vana gloria
me tienen sin cuidado. He querido
por propia decisión, para
ser una nada más, digna de olvido
que esparce sus ideas por el viento
sin sentirse nunca correspondido
y transcurre tranquilo por el lento
rumbo de los que siendo, nunca han sido.
Me están vedados los supremos goces:
el Poder que da
la Envidia
tan sólo reservados para Dioses...
Que esta actitud vital a nadie asombre:
al fin y al cabo, sólo soy un hombre.
Carlos Martín Arroyo
(Heterónimo lecuniano)
© Luis Alberto Lecuna
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